Nos portamos mal con nuestros padres
Cada vez que mi madre me quería castigar me le escapaba y corría porque no me gustaba que me castigara. Ya estando a cierta distancia de la casa, empezaba a tirarle piedras, y tanta era mi cólera que eso no me bastaba; también le tiraba piedras al tejado, que cuando llovía, caían goteras por todos lados, y todo eso por mi culpa.
Golpeaba a mis hermanas
Como yo era el último de nueve hermanos me gustaba golpear a mis dos hermanas a las que seguía en edad, y como yo era el bebé, me quejaba con mi mamá que ellas me habían pegado, mi mamá me creía y las castigaba a ellas. Lo hacía muy seguido.
Le robé una cangreja a mi hermano
Una vez, que andábamos cangrejeando con mi hermano en un río, una cangreja picó en una de sus carnadas, pero él andaba chequeando las otras carnadas que había puesto a unos metros abajo de donde estábamos; yo saqué la cangreja, y cuando él llegó, le dije que la había sacado de una de mis propias carnadas.
Leyenda de Valentín
Cuando empecé a ir a la escuela, tenía un compañero que se llamaba Valantín que llegaba del cantón a estudiar al pueblo. Era el único en todo el pueblo y todos los cantones que tenía ojos azules. Era muy sencillo. Yo le decía que le iba a pegar, y él salía corriendo; yo lo hacía solo por asustarlo. A cierta distancia, cuando ya se había cansado, se paraba y me decía que no le pegara, que me podía regalar algo a cambio de eso. A veces me regalaba dinero. A veces me ofrecía algún lapicero, alguna sacapunta. A veces me ofrecía alguna fruta, pues sus padres tenían unas grandes propiedades. En verdad, nunca lo golpeé, solamente lo asustaba.
Mataba a los animalitos
Con una cachanflaca que tenía, me gustaba matar a los animalitos solo "por coger pulso" (adquerir puntería): mataba, sin ninguna lástima, pajaritos, lagartijas, ranas, culebras y ardillas.
Una vez bajé de un nido tres "guacalchillas" tiernitas (aves). Las llevé a un pequeño arroyo, y en una pequeña poza, las ahogué una por una. Y yo disfrutaba de aquel gran "espectáculo".
Robaba
Cuando veía alguna fruta que me gustaba en un terreno ajeno, me iba a meter por la noche y me la robaba. Muchos justifican esto con que "todo lo hay en la tierra nos pertenece a todos". Pues no es así; eso se considera un robo.
Ponía en mal a mis amigos
Cuando iba con mis amigos a las fiestas y veía que alguno de ellos estaba tratando de conquistar a alguna niña que me gustaba, cuando él se iba al baño lo ponía en mal con la chava, para así yo poder tener una entrada y poder atacar con todo.
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