En el verano de 2013 me desperté completamente: yo estaba en un parque y vi cómo un halcón bajó de repente, agarró a una paloma, la mató, y se la fue a comer a un árbol cercano. Y me pregunté quién había hecho que aquel halcón matara a esa palomita para comérsela, dios o el diablo. Ninguno de los dos —me contesté—. La mató porque es su forma natural de alimentarse, y con más razón si tiene polluelos que alimentar —continué—. Entonces en este caso y en todos los demás, dios y el diablo salen sobrando —concluí.
Si dios fuera el creador y fuera perfecto como lo aseguran los religiosos, un animal no tendría que matar a otro para alimentarse, simplemente se alimentaría de hierbas y frutas.
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